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Nota del autor: el siguiente artículo recoge ideas y conceptos desarrollados en mayor profundidad en varios episodios específicos de adiestramiento deportivo del Podcast “Tu Perro Piensa y te Quiere en Instagram”, de Carlos Alfonso López, y cuyo enlace dejamos en las próximas líneas.
En un anterior artículo, hablábamos sobre como comenzar la construcción del “focus” o enfoque del perro hacia nosotros durante el entrenamiento y posibles problemas que pueden surgir en esa primera etapa.
En las siguientes líneas nos centraremos, dentro del ámbito deportivo o funcional, en como favorecer que el perro se comprometa con el adiestramiento a través de la construcción de un reto, el tercer mosquetero de la motivación.

Breve historia de la motivación

Hasta hace apenas unas décadas, la ciencia ha considerado que existían dos impulsos principales que motivaban la conducta.

El primero era el impulso biológico de carácter interno: los animales comen para satisfacer el hambre, beben para saciar la sed y se reproducen para transmitir sus genes, lo que empuja a realizar determinadas conductas.

El segundo impulso viene de fuera: las gratificaciones y castigos que da el entorno al comportarse de una u otra manera, lo que comúnmente llamamos aprendizaje por condicionamiento operante.

A estos dos impulsos, debemos añadir un tercero (el menos desarrollado en el entrenamiento canino): el propio desempeño o realización de una tarea puede ser la recompensa, es decir una gratificación intrínseca.

El anterior descubrimiento se debe, entre otros, a Harry F. Harlow, profesor de Psicología de la Universidad de Wisconsin, quien en varios experimentos realizados con monos rhesus a mediados del siglo pasado confirmó que el rendimiento y la consolidación de una tarea aumentaban si esta suponía algún tipo de reto para quien la realizaba.

Y no sólo eso. Los experimentos de Harlow ofrecieron otra conclusión inquietante para los entrenadores caninos: la utilización de refuerzos externos a menudo disminuían el rendimiento o la motivación hacia dicha tarea. “La introducción de reforzamientos con comida en el actual experimento –escribió Harlow– ha servido para perturbar el rendimiento, un fenómeno no descrito en la literatura“.

 

Recorrer el camino es tan interesante como llegar al destino

No podemos obviar que el uso de refuerzos externos es indispensable para acelerar el aprendizaje de nuevas conductas y perfeccionar las conocidas, así como equilibrar el balance entre motivación (exuberancia) y concentración (acierto).
Pero parece importante desarrollar la construcción de un compromiso por parte del perro mediante este tercer impulso de motivación, de forma que el rendimiento y su consistencia no dependan únicamente de la expectativa ante los reforzamientos externos.

Dicho de otra forma, el perro debe sentirse reforzado por el mero hecho de realizar el ejercicio que planteemos y no únicamente al obtener un premio final.

Esto adquiere aún más importancia en disciplinas “contra natura” como las basadas en pura obediencia.

Otras, en cambio, al dar salida a secuencias de mayor carga instintiva contienen por si mismas alicientes para que la recompensa se despliegue en gran medida en el propio entrenamiento. Ejemplos claros son la protección en disciplinas como el IGP o el Agility.

Los retos son divertidos

Una definición de los que es un reto y que se encaja como un guante en el contexto que nos interesa es la siguiente: Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.

Si me lo pones moderadamente difícil, me motiva.

Para que el entrenamiento adquiera la connotación de reto y por lo tanto sea reforzante por si mismo , debemos encontrar un equilibrio entre la mecanización, obligada en ocasiones por los reglamentos de las distintas disciplinas deportivas, y la sorpresa.

Como indicábamos al inicio, para profundizar en este aspecto (y en algunos otros de gran interés), os recomiendo escuchar los episodios específicos centrados en el ámbito deportivo (EP 36, 37 y 38) del Podcast TPPYTQ de Carlos Alfonso López (EDUCAN).

Existen varias formas de construir un reto: por ejemplo, combinar la conducta que queremos trabajar con una o dos variaciones, de forma que el perro evite adelantarse al tener que permanecer atento.

O dejando un margen temporal abierto (tanto por arriba como por abajo) para el momento en el que solicitamos la conducta.

Es importante reseñar, que hay que mantener un porcentaje amplio (60%-70%) de realizaciones similares a las que realizaremos para una prueba o competición. Este porcentaje se incrementará a medida que nos acerquemos a la prueba.

De esta manera, conseguiremos:

1) Mayor atención (foco) a nuestras indicaciones, ya que si el perro no mantiene la concentración, errará.

2) Inclinar a balanza hacia los refuerzos de carácter interno al transformar el propio ejercicio en un reto divertido al agregarle ciertas dosis de dificultad.

Y es que lo que cuesta (un poco) es más divertido.

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Jon Arraibi

Director Técnico del Centro de Educación Canina y Formación Técnica La Llamada de Buck que se encuentra en Castro Urdiales (Cantabria). Docente / Instructor acreditado en la formación de nuevos adiestradores y educadores caninos (Gobierno Vasco / Lanbide). Entrenador deportivo IGP. Responsable del podcast centrado en el mundo del perro "La llamada de Buck". Periodista especializado en el medio natural. Psicopedagogo y Profesor.