Restar matices a las palabras es restar calidad a la comunicación. Le estamos dificultando enormemente al perro entendernos. Utilizando correctamente los matices, lo que la lingüística llama Prosodia, esto es, la entonación, el ritmo o la velocidad, conseguiremos llevar la comunicación con nuestro perro a un nivel mucho más elevado.
De este asunto hablamos en la Wikipata de uno de los episodios de nuestro programa de radio Café con Patas en Onda Vasca.
Los perros son expertos en captar nuestros mensajes, tanto los verbales como los no verbales. Llevan decenas de miles de años de evolución conjunta con los humanos y han desarrollado una gran capacidad para interpretar nuestros gestos, nuestras emociones y nuestras palabras. Sin embargo, no todas las palabras tienen el mismo peso ni el mismo significado para ellos.
El caso de Chaseer, el border collie que podía reconocer más de mil objetos por su nombre, es único y excepcional. Se trata de un perro que fue entrenado desde cachorro por su tutora, una psicóloga retirada, para asociar cada objeto con una palabra específica. Chaseer demostró una memoria prodigiosa y una habilidad para clasificar los objetos según categorías, como si fueran juguetes, pelotas o frisbees.
Pero la mayoría de los perros no necesitan aprender tantas palabras para comunicarse con nosotros. Lo que sí necesitan es que les hablemos utilizando matices que acompañen a nuestras palabras, lo que la lingüística llama prosodia. La prosodia se refiere a la entonación, el ritmo, la velocidad y el énfasis con los que pronunciamos las palabras.
La prosodia puede cambiar por completo el sentido de una palabra o de una frase. Por ejemplo, si le decimos a nuestro perro “muy bien” con un tono tranquilo y cariñoso, le estaremos transmitiendo calma y satisfacción. Pero si se lo decimos con un tono rápido y excitado, le estaremos generando activación y expectativa. Del mismo modo, si le llamamos en la distancia con una voz seria y severa, es probable que el perro se sienta intimidado y no quiera acercarse. Pero si le llamamos con una voz divertida y dinámica, seguramente vendrá corriendo.
Por eso, es importante que seamos conscientes de cómo le hablamos a nuestro perro y que usemos los matices adecuados para cada situación. Así podremos mejorar la calidad de la comunicación y el vínculo con nuestro compañero canino. Lo de hablar a nuestro perro es, cómo en casi todo, más una cuestión de calidad que de cantidad.