En este artículo iremos recopilando distintos mitos y creencias que aún persisten con fuerza respecto a los perros y aspectos relacionados con su educación o entrenamiento:
Quizás el “Top One” de los mitos en torno a la comunicacion canina es el que dice que “un perro que mueve la cola siempre está alegre“.
Atribuir un significado a una única señal que emite el perro es un error habitual.
Al contrario, lo correcto es atender al conjunto.
Nivel de tensión muscular, posición de las orejas, rigidez o relajación de la mandíbula, movimientos de cola y cuerpo, manera de desplazarse y atención con la mirada son indicadores que debemos relacionar entre si para después integrarlos en la situación concreta que está viviendo el perro.
Cuando observamos un cuadro con la intención de entenderlo, no nos situamos a apenas medio metro para ir desgranando y sumando cada pequeño detalle. De esta forma, sería complicado y muy laborioso entender el significado del conjunto.
Lo más adecuado es colocarnos a unos metros de distancia para entender la idea general del cuadro y después centrarnos en aspectos más concretos.
Volviendo a los movimientos de la cola, lo que si suelen indicar es que algún suceso está afectando emocionalmente al perro, pero NO necesariamente que sienta alegría.
La frustración, el enfado o la irritabilidad también son estados emocionales activantes de comportamientos voluntarios e involuntarios, como el movimiento de la cola.
Existe la extendida creencia de que hablar de una forma neutra a los perros ayuda para que nos entiendan.
Nada más lejos de la realidad.
No hay que confundir un exceso de palabras (que puede entorpecer la comprensión) con aportar matices emocionales a las que utilicemos.
Sin olvidar que nuestro lenguaje verbal y gestual deben comunicar el mismo mensaje.
¿Cuántas veces se le llama a un perro para que acuda a donde nosotros, mientras nuestro cuerpo se mantiene firme y en tensión? En este caso, le estamos enviando dos mensajes contradictorios:
1) La voz le dice “te pido que te acerques a mi”
2) Nuestro lenguaje corporal le expresa “estoy tenso, así que no te acerques demasiado”.